LA MÚSICA Y LAS CANCIONES EN LA PRIMERA INFANCIA
- Ciclo Uno
- 9 may 2019
- 5 Min. de lectura
Escuchar música, del mismo modo que producirla crea conexiones cerebrales que podrán utilizarse luego para resolver problemas. Por lo tanto, disfrutar de la música junto a tu niño/a puede aportar a su aprendizaje y sentar las bases para lo que venga en la escuela.
La música no es solo una expresión de arte, es un recurso educativo para promover el desarrollo integral. Los niños de forma autónoma disfrutan de buscar la sonoridad del mundo a través del impulso de moverse, el tocar, observar, porque esto es parte de su esencia. En este proceso realizan relaciones físicas (al observar el efecto que un objeto produce sobre otro), psicológicas y cognitivos, porque oír es una cualidad personal, cada quien oye según su percepción y según su experiencia.
A través de la sonoridad y de las experiencias musicales los niños pueden desarrollar diversas habilidades como: la audición, la memoria, la evocación, el ritmo, la concentración y la expresión de emociones entre otros. Así como entrenar los músculos y la conducción de las señales de los nervios, contribuyendo a vencer dificultades y armonizar funciones del cuerpo en conjunto con sus pensamientos. Todo ello nos invita a prestar atención al fomento de la formación musical en la primera infancia.
La música debe ser considerada como un lenguaje que puede expresar sentimientos, estados de ánimo, además de crear climas diversos; puede ser bella, serena, divertida, tensa, elegante, sugestiva o misteriosa; lo que al encontrarse con la capacidad creadora de los niños/as puede llegar a proveerlos de recursos infinitos para relacionarse consigo mismo, con el entorno y con los demás.
En una investigación realizada en la Universidad de Munster, Alemania, en 500 jardines de infancia se constató que un 88% de los niños que cantaban frecuentemente estaban preparados para la escolarización normal, en contraste con solo un 44% de aquellos en cuyos centros de atención se cantaba menos. El estudio demostró que cantar y jugar cantando estimulan el desarrollo físico, mental y social de los niños en una medida que se ha subestimado, y que se refleja en una mejor maduración cerebral, en el desarrollo del habla, la inteligencia social y el control de la agresión. El cantar produce hormonas de bienestar y reduce las que desencadenan reacciones de agresión.
En el primer año de nuestros niños debemos relacionar el estímulo sonoro, con el movimiento del cuerpo, pues es el que representa los elementos del ritmo. Esto favorece el desarrollo motor, de la atención, la inteligencia, la sensibilidad y la memoria muscular que se genera gracias a la experiencia del movimiento. Por otra parte, según la directora del proyecto “Sensible”, Maritza Díaz, la música y el canto aportan sentido melódico, tonal y armónico que promueven habilidades básicas como el gateo, la marcha, el deslizamiento, el correr o el saltar. Podemos usar pequeños instrumentos de viento como la flauta y/o instrumentos de percusión como panderetas, xilófonos, triángulos, o tambores, para el inicio de la estimulación sonora.
A los dos años, los niños, prefieren actividades de movimiento en relación al ritmo, su destreza motora en este periodo le ayuda a responder de diversas formas a los estímulos sonoros, hacen palmas, mueven las manos cual pañuelos, golpean con pies en el suelo, se balancean, mueven su cabeza, manipulan elementos sonoros con gran interés y de formas variadas, acompañan a su manera diferentes melodías o piezas musicales, todo dentro de manifestaciones de bienestar.
Ya a los tres años, muestran su capacidad de diferenciar ruidos de sonidos y de mencionar de dónde vienen, qué los provoca. La canción le representa un medio para la realización de juegos, canta coros o canciones completas que ha aprendido y puede evocarlas en cualquier momento. “Jordi Savall, director español de orquesta, señala que la ciencia ya ha descubierto que el hacer música, más que escucharla, es uno de los estímulos más potentes, complejos y completos para el desarrollo de los niños, jóvenes y adultos y, en el caso de los más pequeños, el uso de la voz es su mejor instrumento”.
Entre los tres y cuatro años, tienen el control total de sus piernas, lo que les permite correr, saltar o trotar, llevándolo a producir en conjunto ejercicios rítmicos por medio de la imitación, teniendo mayor exaltación y preferencia por las canciones con sonidos onomatopéyicos (tiqui tiqui tá, pum, pum, pum, etc.)
A los cuatro años, sus canciones son interpretadas y acompañadas de movimientos más precisos incluyendo gestos y mímicas, iniciando así, la canción dramatizada.
Alrededor de los cinco años existe gran evolución en su desarrollo musical dentro del control del ritmo corporal, manejo de repertorio de canciones. El niño debe usar su cuerpo como instrumento principal, dado que goza de múltiples posibilidades.
A los seis años, su capacidad para el manejo de la voz se ha ampliado y sincroniza su ritmo corporal con lo que escucha. A esta edad puede iniciar el aprendizaje formal de un instrumento musical, sin embargo, si has notado su interés puede relacionarse e incluso empezar a tocar de manera intuitiva, desde que pueda tomarlo adecuadamente, generalmente a los 4 años.
Aquí algunas recomendaciones:
· Canta: La voz resulta ser el primer instrumento, ya que “el cantar” es la base para la práctica musical, por ello es muy importante practicar canciones infantiles con los niños. Las canciones deben brindar la posibilidad de sincronizar la melodía, la palabra y el movimiento, por ello cuando le cantes, articula con claridad y muévete al ritmo que marque la tonada.
· A sus niños/as les encanta escucharlos cantar sin que interese como suene su voz. Cántenle cuando los carguen: para que sientan las vibraciones de su cuerpo y escuchen su voz. El cantar canciones una y otra vez prepara a su cerebro para escuchar y hablar. Muy pronto, tu bebé intentará producir sus propios sonidos. Cantar estimula más el desarrollo del lenguaje que hablar.
· Puedes iniciar con actividades de percusión corporal como: zapato en el suelo (pum), mano en el abdomen (bum), mano en la cabeza (tap) y con la boca (shh). Empieza con uno o dos movimientos, repítelos varias veces y luego cambian. Nuestras rodillas pueden ser el tambor, cuando el tambor no está cerca, piénsalo, será divertido.
· Produzcan música: con tambores, latas, cajones, tapas, triángulos, piedritas, etc. Tu niño/a podrá sentir la percusión e imitará el ritmo con su cuerpo, sintonizará con las melodías.
· Anímalos a aplaudir al ritmo de la canción que cantes.
· Al escuchar música procura realizar algún movimiento corporal, como: inclinarse, mecerse, dar vueltas, brincar. De este modo conectarán ritmo y movimiento.
· Al cantar, marchen, bailen y toquen claves o palitos, así estarán inventando sus propias canciones y lo estarán haciendo juntos. Además, involucrarán tantas habilidades diferentes y sincronizadas que potenciará aún más sus conexiones neuronales y la maduración de sus estructuras cerebrales básicas.
· Inventen canciones sobre lo que hacen diariamente. Puede ser sobre tonadas conocidas y usen en las canciones los nombres de sus niños/as.
· Usen canciones graciosas y juegos de palabras, como rimas.
Si no están seguros de qué canciones cantarles, escuchen la radio o consigan grabaciones de música que tengan melodías agradables con ritmos diversos. Traten de recordar las canciones que ustedes cantaban cuando eran niños. Pueden ser canciones clásicas, canciones de películas o musicales, canciones de cuna, canciones de amor, etc.
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